Baila, baila, baila: poniendo banda sonora a mi novela

escribirmusica

Me gustan las películas que cuidan la selección de canciones porque sus escenas crecen con la música adecuada y sientes cada caricia. Y también me gusta cuando eso ocurre en los libros, incluso si mencionan canciones que no conozco. Será que no sé vivir sin música. Ni yo ni mis amigos, de hecho: podremos irnos a la cama sin leer o sin tiempo para el último capítulo de nuestra serie favorita, pero siempre escucharemos música. Cada día. Siendo así, enseguida tomé la decisión de que a mis personajes les tenía que pasar lo mismo. El mar llegaba hasta aquí tendría banda sonora.

Pero claro, ¿cómo escribir la música? Lo que hace sentir una canción. En el cine es fácil porque escuchándola, las emociones fluyen enseguida, todo encaja. Pero en un libro, se corre el peligro de que el lector desconecte. Por más que esa canción suene en tu cabeza mientras escribes esa escena, que para ti los pasos del protagonista los empujen el ritmo de esas percusiones y no otros, que la letra tenga todo el sentido justo en esa escena… ¿por qué debería pensar igual otra persona? Sobre todo si no conoce la canción. O la asocia a un momento diferente de su vida.

Fue uno de los temas más discutidos del manuscrito de mi novela. Por cada «¡Qué genial que suene Happiness de Alexis Jordan!», recibía una crítica: ¡¡demasiadas canciones!!. Así que tomé dos decisiones: primero reduje la selección de temas cuanto pude, y a cambio, me esforcé en que los 27 que seguían sonando, encajaran al máximo. Porque, por ejemplo, el uso de Hombres de Fangoria en el primer capítulo del libro sí lo aplaudieron varios lectores de prueba: para ellos, la letra y la estructura de la canción coincidían con la tristeza y la euforia de Leo al llegar a Granada, casi parecía la escena de un musical.

Solo tenía que conseguir lo mismo con las demás canciones; para ello, aprovecharía el realismo mágico del resto del libro para que, cuando fuera necesario, cobrasen vida. Y me esforzaría en transmitir por qué eran tan importantes para Leo y Adán: su letra tenía que ser un complemento, no un impedimento para disfrutar la lectura. No sé si conseguí mi propósito, pero estoy muy contento de haber escrito escenas como esta:

—¿Exorcizar canciones? Qué bonito.
—Si no escuchas la música que te hace daño, le das más poder del que tiene. A ver, saca el iPod. Pon la canción favorita de Fran. —Me sorprendí a mí mismo yéndome a sentar a su lado. Ni lo pensé: me arrimé contra él—. En serio, ponla.
Dudó un primer momento. Luego empezó a desplazarse arriba y abajo del menú, sus dedos daban vueltas a la ruedecilla del aparato. Me coloqué uno de los auriculares blancos y le puse el otro a él. Siempre me costaba encajarlo en la oreja de otra persona. Adán eligió por fin, un álbum de Björk, Homogenic. Saltó hasta la última pista.
All is full of love —dijo, para ganar tiempo, pero sin ponerla.
Me adelanté a su titubeo y pulsé play. Mi dedo y su dedo, en distintos puntos de la misma rueda, sintiendo el mismo tacto suave, como de helado. Sonaron tras un chasquido los primeros compases de la canción y, poco después, aquellos versos: “You’ll be given love, you’ll be taken of”.
En silencio en medio del VIPS abarrotado, disfrutamos de la música, sus ojos en mis ojos, poco a poco dejando de ver en ellos los de Fran, mis ojos en sus ojos, imaginando los recuerdos de Fran que atravesaban su mente ahora mismo, todas las veces que habrían escuchado aquella canción juntos, quizás en el coche o haciendo el amor. Ahora se sumaría esta noche nuestra. Con la mirada, quise decirle que todo aquel amor que Fran no le había dado, intentaría dárselo yo. Que yo sí le cuidaría. Y a medida que los arreglos de cuerdas crecían y Björk repetía a gritos el título, la cara de odio de Adán se transformó en algo parecido al agradecimiento. Una expresión casi humana, pero solo casi, extraterrestre en el fondo como la cantante en aquella portada. La canción terminó y Adán seguía vivo.
—¿Ves? No era tan terrible. Eres capaz de escucharla.
Volvió a ponerla. Esta vez el botón lo pulsó él. Mi dedo ya no estaba sobre la ruedecilla del iPod.

De Björk a Marilyn Manson, de Robyn a Mecano, así suena mi libro.

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Playlist: Las 32 canciones de
El mar llegaba hasta aquí

2 comentarios en “Baila, baila, baila: poniendo banda sonora a mi novela

  1. Me ha gustado esa escena, aún tengo más ganas de tener cierto libro, je, je… En cuanto a la música, ¿qué decir? No hay día que ella no esté presente en mi vida.

    • Ojalá cuando leas el libro completo opines que hay escenas aún mejores que esta jajaja… Pero si al menos te gusta una, ya estoy contento. ¡Ya me contarás cuando lo recibas!

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