You can win if you want

Se sintió bien hacer el esfuerzo. Por una vez tomar el riesgo de probar algo distinto, buscar todo lo necesario, a ciegas, a sabiendas de que podrías equivocarte, pero hacerlo igual. Hubo un tiempo en que eras así: te lanzabas a participar en carreras o te atrevías a escribir una novela. Entonces te dejabas todas las fuerzas en el camino pero al final siempre llegabas. Luego te dejaste mecer por la comodidad de lo cotidiano y aquella magia se fue apagando hasta olvidarla. Pero volviendo a esforzarte, anoche casi volviste a sentirte como ese joven que fuiste. Y al comprobar el resultado, imperfecto pero tan tuyo, volviste a saberte capaz. Sí, mereció la pena. Lo repetirás, esta vez quieres recordarlo.

Fotografía del autor, museo Centrale Montemartini (Roma)
Banda sonora: Modern Talking.

Y qué pasa si soy del montón

El próximo agosto hará diez años que estoy soltero y cuanto más tiempo pasa, menos ennoviable me siento. Ha pasado más de un mes de mi última cita y de mi último polvo (con personas distintas) y no recuerdo la última vez que alguien me dijo «qué guapo estás» o «te quiero». Tampoco recuerdo la última vez que me encapriché de alguien: he olvidado lo que era tener ganas de ver a esa persona o la alegría de recibir un mensaje suyo. A veces oigo con envidia las aventuras amorosas de mis amigos… se me pasa en cuanto comparten sus desencuentros y discusiones. Al menos eso me lo ahorro. Ellos ya no me preguntan porque saben que nunca tengo nada que contar. Quizás podría inventarme algo para tranquilizarlos, pero ya ni la imaginación tengo fértil. Por eso apenas escribo. Y me pregunto si esto ha sido todo o si seré como esas plantas del parque, marrones y mustias por la larga sequía, pero que después de dos o tres días de lluvia resurgen llenas de flores.

Banda sonora: Pastora.

Begin again

Sientes que has perdido aquella magia. Bastaba con ponerte a teclear para sentir que los dedos tocaban música, que ellos solos sabían dónde colocar cada palabra, cuándo acabar cada frase. Leías un texto y lo reconocías como tuyo, reconocías tu cadencia. Ahora no te pasa. Te sientes torpe. Asusta cada toque de tecla, como si fuera el último y definitivo. Llevabas casi cuatro años sin hacerlo, sin escribir, y eso es mucho tiempo, demasiado. Seguramente creías que no pasaría nada. Que siempre podrías retomarlo desde el principio. Escribir no podía ser tan distinto de ir bici, que dicen que nunca se olvida. Pero no es verdad: también eso se pierde, como una fórmula matemática o el arte de besar bien. Quizás tendrías que forzarte de vez en cuando a hacer esas cosas que de verdad te gustan, aunque hoy no te apetezcan, o sobre todo entonces. Para no perder la costumbre ni el gusto. Para que, llegado el momento, no vuelvas a ser aquel crío que se caía de la bici por primera vez sino aquel otro chico que, muchos años después, en mitad de una segunda cita, ya está algo más tranquilo porque todo lo siente en su sitio. Tal como debería ser, o casi. Tras un instante de duda, al fin reconoces la canción que suena de fondo y eso es una buena señal.

Banda sonora: Jessie Ware.

La mitad de lo que fuimos en Madrid

Me habían advertido sobre los veranos abrasadores de Madrid. Pero aquella mañana me despertó la gelidez del alba en los pies cuando vuestro perro arrancó la sábana para acurrucarse en ella. Sí, hacía frío aquellos días, sobre todo en las calles a la sombra cuando deambulábamos hacia el siguiente destino. No había pensado en llevar chaqueta así que me frotaba los brazos desnudos mientras vosotros caminabais de la mano unos pasos más allá. Como si estuviera prohibido hablar los domingos, nadie decía nada por aquellos barrios. Para mí eran zonas desconocidas. Me desconcertaba que una ciudad tantas veces visitada todavía guardase secretos. Y quizás por eso sentía aquel frío en pleno julio: lo que no conoces te destempla. Podríamos haber buscado algo de calor humano pero en cambio optamos por ir a restaurantes bonitos de los que marcharnos sin dejar propina.

Banda sonora: Ainoa Buitrago.

Force field

Ahora no hablo ni escribo, ahora solo escucho. Escucho las historias recientes de mis amigos, todos los detalles de sus escarceos, tan parecidos a los que yo tenía antes. Entre plato y plato me río como si no escociera un poco, hasta doy consejos como si todavía supiera de lo que hablan. Y por dentro me digo que no sería tan difícil vivir algo así, a veces incluso me propongo volver a intentarlo, una vez más al menos, enviar aquel mensaje que solo pensé palabra por palabra, asomarme a alguno de todos los caminos que podría haber tomado si mi vida no fuera la que tengo ahora. Enseguida el semáforo cambia a verde y camino el último trecho hasta casa, donde me espera la estufa que acabo de comprar. De eso es de lo que hablo ahora, de la casa tranquila, del balcón, las plantas y los muebles que me dan sosiego.

Banda sonora: Enfant Sauvage.