Not in the mood

En el último momento decidí que prefería no invitarte a subir. No quería que vieras el montón de libros en el suelo ni la ropa tendida en mitad del comedor. No quería tener que ofrecerte algo para beber que se quedaría sobre la mesa, tibio y sin tomar. No quería pasar por lo mismo de tantas veces. Conocía bien el proceso aunque esta vez sintiera que podía ser distinto. Quizás por eso mismo, porque podía llegar a ser distinto, quise que terminara a tiempo y me detuve unos pasos antes de mi portal, en aquella esquina donde no había nada aparte de la persiana grafiteada de un supermercado, y dije: aquí me quedo yo. Por un momento fingiste pucheros pero yo le resté importancia al momento con un abrazo, mañana hablamos, dijiste, y respondí que sí, como si de verdad pensara escribirte al día siguiente. Subí solo, pasé junto al montón de libros y la ropa tendida sin encender la luz y me serví un vaso de agua que bebí de un trago.

Fotografía: Theo Gosselin.
Banda sonora: Fickle Friends.

Out of the game

Deambulabas por aquellas cuestas con la tranquilidad de quien no tiene que llegar a ninguna parte todavía. A cada esquina se te ocurrían nuevas frases para el libro: cualquiera de ellas serviría. Caía la noche en la ciudad pero para ti apenas estaba empezando. Sí, como si todas esas fuentes, puertas y columnas las acabaran de montar para que pudieras verlas a la luz de los faroles. Siguiendo una señal tras otra conquistabas cada paisaje, incluso podías bailar en el mismo bar que habías pasado de largo antes. Te sabías capaz de todo y todo estaba a tu alcance. Por la mañana, antes de coger el tren de vuelta, prometiste que para celebrar los éxitos futuros regresarías a aquel lugar pero nunca lo hiciste.

Fotografía: Theo Gosselin.
Banda sonora: Rufus Wainwright.

Not all who wonder are lost

Nos íbamos viendo en distintas ciudades y allí hablábamos de otros lugares. ¿Te acuerdas de Granada, has estado en Oporto? Hilvanábamos planes y recuerdos como si estuviéramos convencidos de que pudieran materializarse delante de nosotros, encima de la mesita baja de butacas hundidas a la que ibas a menudo a tomar café con otros aunque te diera vergüenza admitirlo. Nunca repetíamos sitios porque conocías todos los rincones y a todos me llevabas sin darle mayor importancia. Hacíamos fotos de puertas cerradas y nos dábamos dos o tres besos frescos antes de llegar al final del paseo. Siempre teníamos otros compromisos de los que apenas compartíamos detalles para no romper la magia. Adiós, hasta la próxima, allá donde sea. Recordar es volver al corazón, me contaste la primera noche. Perdí la servilleta donde lo escribiste pero aún lo recuerdo.

Banda sonora: Lana del Rey.

Forget

A medida que clareaba podía leer los títulos de todos esos libros que me habían intrigado desde tu cama. Ya no parecían tan especiales a la luz del día pero aun así los leí en voz alta, resiguiéndolos con el dedo para mostrar interés mientras tú te vestías. Tenía la sensación de que en el preciso instante en que me callara, también lo harían los pájaros que cantaban frente a tu ventana y que entonces algo acabaría definitivamente. No me prestaste ningún libro. Teníamos que salir porque no tenías café o quizás, pienso ahora, no querías hacérmelo y tener que fregar después. Antes de que cerraras la puerta pude entrever un pasillo con baldosas hidráulicas, otras habitaciones alineadas, al fondo un salón que según me habías dicho daba a la Sagrada Familia. No tuve tiempo de comprobarlo pero todavía puedo imaginar las vistas que hubiéramos tenido bebiendo allí por la noche, con unos cojines en el suelo, las rodillas rozándose entre sorbo y sorbo. Dijiste que había una cafetería cerca del metro y supongo que fuimos hacia allí. El desayuno y lo poco que hubo después ya lo he olvidado. A pie de calle, los árboles del paseo se veían más pequeños y menos verdes que desde tu habitación.

Banda sonora: Roosevelt.

Sentir que es un soplo la vida

Dices que te da miedo esta etapa que hoy empiezas y a mí me gustaría encontrar alguna palabra que te sirviera. Pero no nos conocemos: intercambiar algún like ocasional y hablar de cuatro libros no significa conocer a una persona. Así que paso de largo tu foto sin llegar a comentarla, sin desearte suerte siquiera, alguna fórmula convencional como la de los demás, quizá aprecies el gesto y en cualquier caso no me costaría nada. No lo hago. Supongo que me he acostumbrado a que la gente no dé ni las gracias cuando les dedico un pedazo de mi tiempo. Ahora que ya has vivido algunas horas de tu nueva vida, confío que en esa ciudad a la que pronto llamarás casa hayas encontrado algún rincón donde estar a gusto en silencio, sin necesitar palabras.

Fotografía: Unsplash.
Banda sonora: Estrella Morente.