«¿Se muere el perro?», ha sido la pregunta más repetida cuando los clientes hojean este manga. Ya conocemos el talento especial de los japoneses por hacernos llorar matando a las mascotas más adorables. Y la respuesta es sí: el perro se muere; en la tercera página ya lo descubres. Pero como en tantas historias, el final no importa tanto como las sorpresas del recorrido.
Aparecen más perros, por ejemplo. Y gente solitaria a la que acompañan en su periplo. «Vivir es más difícil, pero lo haremos juntos», le dice una anciana al cachorro que acaba de encontrar. A ella le fallan las fuerzas y él apenas se tiene en pie. Se necesitan. Se vienen bien. Y se han encontrado, por suerte. Estas páginas rebosan casualidades y vidas cruzadas. Flores que crecen donde otros no tuvieron tanta suerte. Y cuanto más avanzas, más esperanza encuentras. Qué bonito es llorar con algo inesperado.