Una de las cosas que más me gusta del japonés, en comparación con el chino, es su estilo de escritura estilizada, como si las palabras volasen sobre el papel. A este efecto visual contribuyen los caracteres cursivos del hiragana, uno de los tres sistemas de escritura que usa el japonés. Las 46 letras de este silabario fueron mi primer reto cuando empecé a estudiar este idioma hace 20 años. En el siglo X, las damas de la corte Heian aprendían a escribir con el mismo método. Aunque las cortesanas tenían acceso a la misma educación que los hombres, para ellas estaban vetados los kanji, ideogramas de origen chino que Japón adaptó a su lengua, conservando el significado pero transformando la lectura. Se consideraba que los kanji eran demasiado complicados para las mujeres. Para ellas se creó un sistema simplificado, con caracteres que expresaban sonidos en vez de significado. Sigue leyendo
Japón
Did I build this ship to wreck?
Todos los náufragos acaban encontrándose. Incluso en esta ciudad gigantesca donde tan fácil es sentirse solo. Aparecen refugios, pequeños bares donde tocar la guitarra, pintar, escribir o simplemente escuchar conversaciones que no comprendes. Sigue leyendo
Luz de piedra de luna
«Tendrías que haber estado allí», dirás después, incapaz de describir aquel instante irrepetible. Ni siquiera una foto capturaría la magia. Quienes ahora no están nunca entenderán el impacto Sigue leyendo
Haruki Murakami : Hombres sin mujeres
A menudo los libros de cuentos me dejan insatisfecho. Son como un amor no correspondido: esperas y esperas, pero nunca ocurre nada. Por eso, es curioso que me haya gustado tanto un libro de cuentos habitado por hombres que esperan, hombres que huyen de amores no correspondidos o frustrados. Y tampoco es que aquí ocurran demasiadas cosas, pero sí que página a página sientes que estás más cerca de algo.
Los siete relatos de Hombres sin mujeres son viajes que merecen la pena. Casi parecen siete mini-novelas con todo lo que esperarías de Haruki Murakami. Sigue leyendo
Solanin
A menudo me preguntan si me gustaría vivir en Japón. Y no tengo que pensarlo mucho para responder que no. Las cosas que te gustan se ven más bonitas desde fuera. Entonces puedes quedarte solo con lo bueno. Pero aun así, confieso que me puede la curiosidad: ¿cómo es el día a día de los jóvenes japoneses? ¿Cuáles son sus sueños, aspiraciones? ¿Cómo se ganan la vida? Busco la respuesta en las novelas de Murakami, Kawakami, Banana Yoshimoto… y ahora también en mangas como este.
Solanin es una obra costumbrista sobre los pequeños y grandes reveses de la vida. Primero te gana por su bellísimo dibujo; pronto son los personajes, muy humanos y bien caracterizados, quienes te conquistan. Sigue leyendo