Ayer fue un día intenso. De nervios y posterior catarsis. Se entregaba el XV Premi Llibreter y el libro Ánima de Wajdi Mouawad fue el ganador de la categoría Otras Literaturas, en la que yo participaba como miembro del jurado. Esta novela, editada por Periscopi (català) y Destino (castellano), de momento es mi favorita del año. Bueno, de los últimos años, y creo que pasará mucho tiempo hasta que otro libro me golpee de la misma manera.
Aunque a todos los compañeros del jurado nos pasó algo parecido, a mí me tocaba expresarlo en público como portavoz. Por partida doble, además: en la rueda de prensa de la mañana y en la entrega de premios de la tarde. Yo, el eterno tímido, subiéndome a un atril. Día de nervios, ya lo decía antes. Y quería hacerlo bien, no por mí sino por el libro, porque me gustaría que la gente lo conozca y lo lea. Quería resumir en menos de un minuto todo aquello que nos había marcado. La mayoría de las veces, las cosas que te importan son las que más cuestan.
Por si fuera poca presión, al llegar a la rueda de prensa me comunicaron que tenía que hablar más de lo previsto. Tocaría improvisar. Y la organizadora del acto lo redondeó cuando nos presentaron y pronunció «Alex Pler» como si toda la vida hubiera estado esperando a conocerme. Me sentí diminuto, casi ridículo. Aún no me he acostumbrado a ese nombre. Por lo general, enseguida me apresuro a confesar que ese apellido extraño es un seudónimo, en honor a Lleonard Pler, protagonista de una obra de Terenci Moix. Me pregunto si a todos los que usan seudónimo les ocurrirá lo mismo. Esa sensación de culpabilidad, de pequeña estafa. ¿La compartiremos todos los que no tenemos la suerte de que nos bautizaran como Madonna y recurrimos a una máscara para mostrarnos tal como somos?
Ayer, sin embargo, aparté estos pensamientos, sonreí, devolví el saludo. Entré a la rueda de prensa y cuando me llamaron, hablé. Hablé lo mejor que pude. Para la tarde lo preparé mejor, revisé el texto de justificación del premio. Pensé que sería fácil: ya había roto el hielo ante la prensa. Entonces la Antiga Fàbrica Damm se llenó muy por encima de lo previsto. Cuatro cientas cincuenta personas. Aforo completo. Si fuera creyente, me hubiera santiguado. Pobre Ánima. Y por el atril iban desfilando políticos, la escritora Care Santos para leernos el pregón, el coro Yes The Music! cantó Mamma Mia justo antes de que la presentadora Gemma Ruiz me llamara.
Y entonces se produjo la catarsis. Porque la presentadora pronunció Alex Pler con naturalidad, como el nombre de cualquiera, famoso o anónimo, mi nombre, y con eso llegó el sosiego, desapareció el miedo a tropezar o a hablar demasiado rápido. Nada. Todo iría bien. Así que subí para leer el texto que tenía preparado y al anunciar el nombre de la obra ganadora, Ánima, estallaron los aplausos. La confirmación de que habíamos elegido bien. Un libro valiente y necesario. Continuaron los aplausos al subir editores y traductores para recibir el premio en nombre de Wajdi Mouawad. Y como colofón, el coro cantando luego Waterloo. Un triunfo que traerá cosas buenas.
Bonus track: Galería de fotos del XV Premi Llibreter.