Frases que nunca pensé que escribiría

«Estamos interesados en publicar tu novela.» Después un año mandando el manuscrito a diversas editoriales, por fin una respondía a mi propuesta con la ansiada frase. Por si fuera poco, este email lo recibí el 23 de Abril, Sant Jordi. Fecha simbólica. El texto decía más cosas, pero la única que pude leer y releer aquella noche era esta: «Estamos interesados en publicar tu novela.» ¡No me lo creía!

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Pasado el entusiasmo inicial, tocaba tratar asuntos más terrenales. Las correcciones que me pedían. Y claro está, el contrato editorial. Las correcciones, además de razonables, fueron fáciles de ejecutar. Reconozco que desde el documento que llevé al Registro en mayo de 2013 hasta la novela actual, ha habido una mejora importante, ayudado por todas las personas que han leído el texto, opinando, aconsejando, señalando. Así, es normal que unos editores recomendaran unos cambios adicionales. Es lo que esperaba de ellos y tenían razón en todo lo que sugirieron. Siempre ayudan unos ojos externos que lean tu obra sin el apego de haber invertido cientos de horas en ella. Con la revisión, esos capítulos ganaron en ritmo hasta el punto de que ya no entiendo cómo pude haberlos escrito de otra manera antes. ¡Qué paciencia tuvieron los primeros lectores!

Pero llegaba el momento decisivo: tras una breve reunión en Barcelona, me entregaron una copia del contrato para que lo leyera con calma. Me pareció todo correcto en una primera lectura. O más que eso. Comparándolo con el modelo de contrato editorial estándar, algunos puntos eran muy generosos. Mi remuneración por derechos de autor, por ejemplo, sería del 15% sobre el precio del libro en su primera edición, más que el 10% habitual. Me sentí afortunado.

Sin embargo, en esta pequeña editorial, de la que como es obvio no diré el nombre, no contaban con ningún distribuidor, ni aspiraban a tenerlo, como bien me avisaron. Eso significaba que si quería que mi novela se vendiera en una librería de Barcelona, tendría que llevar yo mismo las cajas de ejemplares. Y el libro no estaría en ninguno de los grandes portales de venta online. Solo se vendería allí donde lo llevarámos nosotros (la editorial con su coche o yo en transporte público). De vuelta a la casilla uno, como cuando autoedité La noche nos alumbrará. Que no es que se me vayan a caer los anillos, y si tengo que volver a llevar libros yo mismo, y enseñárselos al librero por si le interesa tenerlos en sus estantes, lo haré. Pero para eso no sé si necesito una editorial. Considero que una de las muchas ventajas de contar con el apoyo de una editorial, además de cosas como el prestigio de su logo en portada, debería ser el poder llegar a lugares donde por ti mismo serías incapaz: más librerías, más medios. Distribución y promoción. Aquí no iba a tenerlas.

A eso había que sumarle que, en este caso concreto, eran reticentes al ebook (para mí, un elemento clave), su estilo de portadas no me convencía (otro elemento clave), me comprometía a editar con ellos la traducción en catalán si un día la hacía… Sacrificios quizá pequeños pero que yo sentía como pasos atrás. Y creo que firmar con una editorial tendría que sentirse como un paso adelante. El más importante. Así que tras mucho pensarlo, tras hablarlo con amigos y con colegas escritores que sí tuvieron la suerte de encontrar editorial, acabé escribiendo una de esas frases que nunca pensé que escribiría: «Lamento deciros que finalmente no publicaré mi novela con vosotros.»

Asumí el riesgo. Porque sí, sé que es un riesgo. He rozado con los dedos algo parecido a lo que soñaba, y voluntariamente he renunciado a ello. ¿Habrá segunda oportunidad? ¿O tendré que apechugar y volver a autoeditarme? Pero en el fondo, estoy contento. Tres años trabajando en la novela, uno entero puliéndola, y al fin alguien quería apostar por ella. Les estoy agradecido. Gracias a su interés y al tiempo invertido, para mí ha cambiado el viento. Ya no son todo negativas; hubo un «sí». Quizás falte menos para encontrar un lugar donde sentirme cómodo. A veces hay que renunciar a algo para acercarte a lo que de verdad deseas. Probaremos otras rutas. Con paciencia, dejando que las cosas fluyan a su debido tiempo. Confío que gracias al cambio de dirección del viento, esta vez sí, lleguemos a puerto.

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