Al final de una época todo se junta. Casualidades para una despedida, igual que el inicio lo marcó la causalidad. Ayer la serie Cougar Town terminó para siempre y Noah and the Whale anunciaron su separación. Ambos los asocio a una etapa de mi vida de la que no hace tanto tiempo Sigue leyendo
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A propósito de Looking
«Demasiado gay», comentaron algunos lectores gays sobre mi manuscrito de El mar llegaba hasta aquí. Les preocupaba que eso fuera una barrera insalvable para los lectores heterosexuales. Curiosamente, para estos últimos «lo gay» nunca supuso un problema: en general, expresaron estar encantados con conocer los entresijos de un mundo y unos comportamientos que les eran ajenos. Del mismo modo, son mis amigos y amigas heterosexuales los que menos se han quejado de Looking: ellos disfrutan de la serie, sin más.
Creo que los homosexuales somos el peor enemigo de una ficción homosexual. Le pedimos imposibles. Queremos que nos represente, que nos sublime y que además sea lo mejor jamás rodado. Sigue leyendo
So give me coffee and TV
Todas las series hablan de mí. Ya no tengo el faro de How I Met Your Mother, pero en Girls, Lena defiende con ahínco lo que acabo de escribir. Incluso a ese personaje que no me gusta, Marnie, la comprendo al apenarse por no ser la elegida. Tropiezo a la vez que Miranda y suenan risas enlatadas. Cougar Town me devuelve las tardes y las noches perfectas con los amigos, nuestras locuras bebiendo, riendo, hilando ocurrencias. Todavía falta algo, es cierto, pero solo tengo que buscarlo por toda la ciudad como hacen en Looking. Será imposible rendirse mientras las 2 Broke Girls continúen adelante.
Lo bueno de las series es que, por muchos cliffhangers que tengan, sabes que todo se resolverá la semana siguiente. Sí: en la pantalla, tarde o temprano, las cosas ocurren. Y sino, siempre puedes ponerte otro capítulo sin salir de la manta.
Y así fue como conocí a vuestra madre
Durante años, How I Met Your Mother fue un talismán. Antes había sido un conjunto de packs de DVDs que devorabas en compañía: en un fin de semana podíais ventilaros una temporada completa, para poneros al día. Cuando aquello terminó, las aventuras de Ted y sus amigos se convirtieron en tu faro. Cada capítulo tenía una frase clave que se ajustaba a tu momento actual, que te orientaba cuando lo necesitabas o te señalaba lo importante si tú no eras capaz de verlo. Los guionistas escribían la serie solo para ti, como las mejores canciones. Luego volviste a lanzarte al agua y la serie continuó un rumbo que ya no era el tuyo, pero aun así conservaste tu cariño hacia ella.
Sí, desde aquel primer «¿Conoces a Ted?» han pasado muchas cosas. En la serie y en tu vida. 9 años: tiempo suficiente para la aparición de arrugas y las primeras canas, para dejarte de barba o empezar a raparte el pelo, para encontrar una nueva pareja con la que descubrir nuevas cosas que antes parecían impensables, para instaurar nuevos rituales con nuevos amigos que se cruzaron contigo en el mejor momento. 9 años de risas enlatadas pero sobre todo de vivencias compartidas, cada martes, mientras desayunabas. Porque tú esta serie la veías por la mañana: no había mejor forma de empezar el día.
Lo que nunca fue How I Met Your Mother es una serie convencional. Y tampoco podía serlo su final, claro. Nos dijeron que lo importante no era la meta sino el recorrido y tú asentiste. Pero en realidad querías llegar, ver, saber. Cuanto antes. Y querías que encajara en tu esquema de final perfecto para poder exclamar que tú ya lo sabías. Así eres: lo pides todo, aquí y ahora, a tu manera. Olvidas que la vida es caprichosa. Que las cosas se toman su tiempo y aunque aparezcan, nunca lo hacen en el orden ni de la manera que esperabas. Los desvíos no te alejan: hacen el camino más ameno, te ofrecen posibilidades y elecciones mientras continúas avanzando.
Ted lo ha descubierto a base de dar muchos tumbos y derramar muchas lágrimas, y así se lo ha contado a sus hijos. Él ahora también sabe que en su búsqueda del amor se cruzaron muchas personas interesantes, incluso importantes, cada una a su manera. No hay un único amor, hay muchos. Y a esta verdad se suman chistes, giros inesperados, anécdotas cuya importancia solo él y los suyos entienden. También se perdieron amigos, otros se distanciaron. Dicen que el desgaste es ley de vida. Mientras sueltas una carcajada en la mesa habitual de vuestro bar favorito, te juras que para ti, para vosotros, esto no terminará nunca. Pero ocurrirá. ¿Lo disfrutarás a tiempo?
Aún no sabes qué harás la semana que viene, ya sin serie talismán. Quizá prepares un desayuno especial o nada más despertarte, sonrías por cualquier motivo tonto. Eso sí, por fin dejarás de preguntarte cómo se llamaba la madre o cómo se conocieron Ted y ella. Primero porque ya lo sabes y segundo porque ya va siendo hora de abrazar, una a una, las pequeñas cosas que te trae la vida, las subidas y bajadas, todos los desvíos. De verdad, no de boquilla.
La estación de llegada aguarda al final del camino, más lejos de lo que imaginas, y solo cuando llegues todo cobrará sentido. Hasta entonces, tú decides. Puedes contemplar por la ventana mil paisajes, contar árboles, incluso apoyarte en el cristal si lo necesitas, puedes bajarte en las estaciones antes de dejarlas atrás, saltar en el tiempo o continuar viajando puntual como un reloj. Construir tú la magia y conseguir que llueva o dejar que sea ella la que te envuelva. Es el último truco del destino: creas en él o hayas decidido tirar la toalla, siempre acabarás llegando a tu destino. Ahí estará el paraguas amarillo soñado y para cogerlo solo tendrás que levantarte y dar dos pasos.
Feel so high
Últimamente solo veo comedias. No sé si será escapismo o evasión. El caso es que no me apetece ver dramas, que es lo que suele recomendar la gente cuando pides consejo para empezar una nueva serie: familias podridas, intrigas y traiciones, asesinatos. Lo peor del ser humano concentrado en 40 minutos.
Que tengo un vecino psicópata o que los ricos también lloran ya me lo contarán los telediarios. Por tiempo y tono, prefiero las series de 20 minutos. El afán de superación de las chicas de 2 Broke Girls, la hilaridad y la dulzura de Modern Family (impagable siempre ese discurso al final de cada capítulo), la salida del nido de Girls, el eterno día soleado y el vino a raudales de Cougar Town… Veo muchas comedias, sí. La única excepción es American Horror Story, pero es tan exagerada y está tan bien hecha, que uno no se puede resistir. Bueno, y Sherlock, pero ésta es como el Guadiana.
Echo de menos una serie como A dos metros bajo tierra. Dentro del drama, apostaba decididamente por la vida, por lo que tenemos de bueno. Los personajes evolucionaban y tú crecías con ellos. No sé si es que los guionistas no están por la labor o que no busco bien. Tampoco tengo prisa. Riendo también se aprende mucho.