Pierdes fuelle tan cerca de la meta que lo que sería sencillo vuelve a parecerte imposible. Desde un lugar seguro, los demás te animan y te enfadas con ellos. No quieres esos ánimos, quieres volver a ser un niño pequeño que llora para que le hagan caso. Pero los viejos trucos ya no sirven porque ahora solo eres un triste adulto. Tienes promesas que cumplir, días que tachar del calendario. El tiempo es otra cosa sobre la que no tienes ningún control por más que lo desees. Quién sabe, puede que después de todo, tus amigos tengan razón. Puede que estés retrocediendo para coger un último impulso. Sí, puede que en el fondo seas capaz de hacer lo que dices que no puedes. Faltan dos pasos y parece que los pies todavía te funcionan.
Fotografía: Hosenklapse.
Banda sonora: La iaia.