Ayer se cumplieron 6 meses del lanzamiento de El mar llegaba hasta aquí. En ese tiempo, se han vendido 300 ejemplares de mi novela: 100 libros físicos y 200 ebooks. Hay más números, claro: 6 puntuaciones en Amazon y 19 en Goodreads, la mayoría favorables, 8 reseñas en varias webs, 2 entrevistas, 1 presentación, 3 librerías que lo venden… y por todo ello estoy agradecido.
Pero al final de día, son los mensajes de los lectores los que más me animan. Llegan por email o por mensaje privado y, cosa curiosa, siempre coinciden con mis momentos de bajón. Autoeditar es una lucha diaria en la que tirarías la toalla cada semana. No sé si estoy satisfecho del camino que tomé. Sí sé que el libro habría podido vender más en otras condiciones, sé también que tengo que estar orgulloso de lo que he conseguido por mis propios medios y agradecido a toda la gente que, desinteresadamente, me ha ayudado. Pero confieso que tengo cierta envidia cuando veo a otros conseguir con un pestañeo lo que a mí me está vetado.
Por suerte, cada vez que no se abre una puerta o que un ejemplar enviado a la prensa queda en el olvido, cada vez que te sientes insignificante por no tener el logo de una editorial en la portada… entonces llega alguien que te sorprende. Un desconocido que, por los motivos que sea, leyó tu libro y te lo cuenta. Te cuenta si le ha gustado, si le ha ayudado en este momento de su vida, si ha encontrado algo que habría que mejorar. Y eso emociona. Tu libro, autoeditado o no, existe y hay personas que lo leen con interés. Al final es lo único que importa. Gracias.
Después cae la temida pregunta: «¿Para cuándo el próximo?». Y pienso en tener que repetir esos 3 años de esfuerzos, de escritura, reescritura y revisiones hasta la víspera misma de la publicación. Tantísimo tiempo invertido en crear algo que se puede leer en apenas 6 horas. ¿Merece la pena? Me agobia no responder con un sí rotundo. Justo entonces recibo otro mensaje: «He empezado tu libro y entiendo tanto al protagonista que estoy llorando». Y sigo sin saber si merece la pena ni cuándo o cómo publicaré el próximo libro. Pero al menos ya sé que lo escribiré. Porque, cueste lo que cueste, quiero recibir más mensajes así.
Fotografía: Théo Gosselin.
Te felicito sinceramente por todo ese gran esfuerzo Álex. En ocasiones es difícil ver si vale la pena tanto esfuerzo pero a veces si uno se aleja un poco puede comprobar que sí y mucho. Desde esta alejanía desde la que estoy y leyendo todo lo que escribes pienso sinceramente que tienes un gran tesoro y nunca deberías descuidarlo cueste lo que cueste.
Un fuerte abrazote y gracias a ti por compartir parte de tu mundo.
Las cosas siempre se ven con más claridad de lejos, supongo. Como cuando estás jugando a algo y te atascas y alguien que pasa por delante te ofrece la solución. Gracias Kesar, ese mundo solo se puede compartir si hay lectores al otro lado 😉
Muchos ánimos, Alex! Soy uno de sus afortunados (porque ha sido una auténtica suerte descubrirle) lectores. En su momento «devoré» literalmente un libro que me encantó y que he recomendado a más de uno (lástima que no me hayan hecho mucho caso!) y quiero decirle que el día que para una nueva criatura me hará feliz. Entretanto le sigo por aquí (otra auténtica delicatessen) y espero…y si hace falta echar un cable de alguna forma (vía crowdfunding o lo que sea) puede usted contar conmigo. Un fuerte abrazo y muchas gracias por su arte!
Bueno, muchísimas gracias de todos modos por haberlo recomendado. Y gracias también por tu apoyo. No hará falta crowdfunding, solo un poco de paciencia. Los partos llevan su tiempo… ¡Te mando un fuerte abrazo allá donde estés!