El sexo como muerte, el sexo como vida. Para los cinco personajes de esta novela, el sexo es importante, pero para todos ellos de una forma diferente y en distinta medida. Obsesión, liberación, mera curiosidad, algo ajeno, un trabajo (no el que estás pensando). Por eso es tan interesante la estructura del libro: cómo evoluciona de la pornografía más evidente a la sensibilidad más desnuda. Lo empiezas con escepticismo y lo terminas encantado. Menudo viaje. Un viaje corto, por un vecindario pobre a las afueras de una gran ciudad, donde no hay mucha esperanza, pero la hay.
Sigue sorprendiéndome que sean las mujeres japonesas las que más y mejor escriben sobre sexo. Misumi Kubo no se corta. Escenas explícitas, frases demoledoras, detalles gráficos: de todo y más encuentras en Miro al cielo impotente. Y aunque digan que de un buen relato nunca saldrá una buena novela, ella lo consiguió. Tras ganar un concurso de literatura erótica con el capítulo que abre el libro, supo construir algo más importante a partir de ahí.
Del divertimento intrascendente a las consecuencias. Porque todo tiene consecuencias, incluso los jueguecitos y los autoengaños. Lo que juraste que no harías y acabaste haciendo. Enfrentados a sus errores, estos cinco personajes crecerán, encontrarán la ansiada serenidad. Porque en ese cuerpo que entregan también hay alma. Y a veces, así la encuentras: follando, queriendo follar, hablando de follar, viendo a los otros follar. El sexo y sus bonitas sorpresas.