Este libro es mi reconciliación con el autor francés. No es que nunca me haya dejado de gustar Mathias Malzieu, pero sí que es cierto que a veces su estilo, una especie de Tim Burton romanticón y pasteloso, llegaba a empacharme. Aquí no. Aquí acierta en cada metáfora. Como si hubiera nacido para escribir este libro y tuviese que escribir otros tres antes hasta llegar a él.
Una chica que desaparece cuando la besan. Con un argumento tan sencillo, cualquiera puede sentirse identificado. ¿Quién no se ha empeñado en buscar a alguien invisible? Es lo que más nos gusta, en el fondo: la búsqueda. Engancha. El amor tiene la forma de tu pastelería favorita, lo difícil es encontrar en cada beso el sabor exacto de ese chocolate.
Tuvo algo mágico leer una historia que transcurre en un París de cuento mientras yo estaba en Roma, ciudad que es un cuento en sí misma. Me vi reflejado en otro lugar que no era el mío ahora. Y me gustó. No pensé que estuviera en el lugar equivocado, al contrario: pensé que hay muchos lugares, muchas pastelerías, muchos besos, en París, en Roma, en Barcelona. Seguirlos está bien, incluso soñar con ellos. Y alguno se hará realidad, algún día.
«Al principio, este misterio le gustó. Debía de creer que este lado escurridizo formaba parte de mi encanto. Pero a base de verme desaparecer demasiado tiempo, se cansó. Noté que tenía que reaparecer si no quería perderlo. Y lo conseguí, pero ya era demasiado tarde. Había pasado el tiempo y él me había olvidado un poco. Por más que yo luchara para evitarlo, yo ya no le causaba el mismo efecto. Creo que eso es lo que más me marcó: reaparecer finalmente, después de haberme dejado la piel, y tener la impresión de no haber existido nunca.»