De mi primera novela no recuerdo el título. Sí, a El mar llegaba hasta aquí suelo llamarla «mi primera novela», porque es la primera que termino de la que estoy realmente orgulloso y también la primera que espero publicar. Pero antes hubo otras. De hecho, según mi madre lo primer que escribí con apenas ocho años fue una especie de Elige tu propia aventura del que solo recuerdo dibujos borrosos de pirámides y junglas, y mi letra temblorosa.
La primera novela la escribí ya de adolescente; detallaba un triángulo amoroso entre una chica en coma, su exnovio y un chico bisexual. Un cuadro, vaya. Después vino otra titulada «Secretos y mentiras» cuya calidad debía de ir a la par del título. La tercera fue «Idol Singer», sobre una cantante de pop prefabricado que descubría que era un robot.
Eran las tres novelillas juveniles (no solo por mi edad de entonces), escritas en catalán, todas con el amor como epicentro: un amor limpio, idealizado, que yo todavía no había sentido. Un intento, en fin, de seguir los pasos de mi ídolo en aquel entonces, Jordi Sierra i Fabra. De sus más de 400 libros, creo que leí 50 o 60 en plena adolescencia y obras como La estrella de la mañana me emocionaron como pocas. Por suerte o por desgracia, mis intentos de imitarle se perdieron en un mar de disquetes defectuosos y cambios de ordenador.
En aquella época, debía de escribir a destajo, mucho más de lo que recuerdo, porque sobre todo escribía relatos. Uno tras otro, la mayoría de corte fantástico. Guardo especial cariño de la historia de un ángel de hielo y una diablesa de fuego que, al abrazarse, se evaporaban. Estos textos también se perdieron por culpa de la informática, aunque de algunos aún conservo versiones impresas.
Me gustaban los cuentos porque, además de requerir menos tiempo, me permitían ganar premios. Quizá está mal que yo lo diga, pero durante 4 o 5 años gané los Jocs Florals de mi colegio y del instituto. Con uno de los premios me compré mi primer CD de Madonna, Ray of light. Pensé que todo aquello me iba encaminando hacia alguna parte, pero terminado el instituto, la cosa se frenó en seco. En la vida adulta las cosas no son tan fáciles.
Los cuentos se volvieron más oscuros con la llegada de los corazones rotos. Intenté empezar mil novelas: Mantpagh (delirio en plan Parque Jurásico espacial), Los dedos de la noche, Desnudando a Adrián (un famoso escritor se suicida y quienes le conocieron hablan de él pero ante todo, de ellos mismos). Ninguna me llenaba lo suficiente y además pecaba de ambicioso. Como cuando te enamoras a distancia, si empiezas un proyecto literario que intenta abarcarlo todo, en el fondo es porque de manera inconsciente no quieres que esa historia funcione. Estás condenado a dejarla a medias.
Luego me enamoré y muchas frustraciones desaparecieron. Con ellas, la inspiración. Durante aquellos años disfruté de la felicidad y escribí poco, con desgana, empeñándome en alcanzar no sé qué; escribiendo, supongo, porque era lo que había hecho siempre y no sabía hacer otra cosa, pero sin creer en ello realmente. Siempre decía medio en broma que antes de los 30 iba a tener un libro publicado. Tan medio en broma que llegaron los 30 y ni siquiera lo había escrito.
Ahora llevo 3 años trabajando en El mar llegaba hasta aquí. Supongo que no es extraño que en ella haya volcado mi vida. Era lo que tenía más a mano. Mi aprendizaje reciente, pero también tantos flashes y sensaciones que me han acompañado a lo largo de tres décadas. Unos lo han definido como vómito, otros como un striptease sentimental, mi madre como autobiografía encubierta. En parte es todo eso, pero espero que también, y sobre todo, para quienes la lean sea una buena historia. Yo la siento como un cierre de etapa necesario para abrir la siguiente.
No sé qué vendrá después de esto. Vuelvo a verme con mil ideas de posibles proyectos, todos muy distintos y apetecibles. De momento ninguno me llama más que el resto. En una encrucijada, hasta que no tomas el camino, no descubres adónde llegarás. Lo que sí tengo son ganas. De echar andar y descubrir. Sorprenderme escribiendo cosas nuevas, cosas que me estimulen.
Creo que solo cuando escribo soy yo mismo y, por eso, quizá en cierto modo solo existo cuando otros ojos me leen. Así que muchas gracias a todos los que leéis mis cosas. En este blog, en aventuras anteriores, o en libros futuros. Puesto el punto final a El mar llegaba hasta aquí, antes de echar a caminar, solo queda dar con la mejor manera de publicarlo. No está siendo fácil pero estoy haciendo todo lo posible. Hasta entonces, ahí va un regalo. Un pequeño agradecimiento por la paciencia y el interés.
El mar llegaba hasta aquí (Capítulo 1)
Las primeras 13 páginas de mi (ahora sí) primera novela.
Estimado Roland Pler:
Me he tomado la molestia de leer el primer capítulo de su futuro libro publicado. Solo puedo decirle dos cosas:
1) Me ha encantado.
3) Me he enganchado.
6) Ojalá pueda tener el ejemplar pronto en mano porque quiero saber hasta dónde llega el salmón y Leo.
8) Ya me dirá dónde firma, para conseguir mi ejemplar bien guardadito.
Para terminar este escueto comentario (para lo que es mi persona escribiendo), solo añadir que… ¡¡¡»Mucha, mucha suerte»!!! Bueno, eso no lo necesita, porque con lo poco que he leído sé que tendrá muchísimo éxito 😉
Enhorabuena por parir este libro. Se prevée grande.
Un afectuoso saludo de Trinity.
Bueno, tampoco te creas, no está de más la suerte… siempre viene bien, y más en empresas peliagudas como encontrar editorial. Me alegro de que te haya gustado este fragmento. A ver si pronto puedes zambullirte en el mar. ¡Un abrazo enorme!
Me ha encantado y por supuesto me ha enganchado este primer capítulo. Tu manera de escribir siempre, desde que comencé a leer tu blog hasta el día de hoy, me ha gustado. Tienes una capacidad de transmitir emociones que me resulta todo un deleite. Me quedo con ansias de saber más, dónde acabará esta historia. ¡Y qué frases! «Y entre quedarme con todo aunque fuera a disgusto o quedarme sin nada, lo elegí todo.» Me ha fascinado esa, ¿cuántas veces no hemos hecho eso alguna vez?
De verdad, mucho éxito con este libro y, en el momento en que avises que saldrá, no dudaré en comprarlo. 😉 ¡Un abrazo y saludos desde México! 😀
Hola Fernando, ¡gracias por tus cálidas palabras! A la frase que destacas tuve que darle muchas vueltas para lograr transmitir «ese» sentimiento, no sé si lo logré del todo, pero tu comentario me anima. Lo dicho: ¡muchas gracias! Aquí colgaré el cartel de «¡Ya a la venta!» de rigor, cuando eso ocurra. Te mando un abrazo transoceánico.