«Este te gustará», recuerdo que dijo mi amiga señalando ese disco de portada turquesa de una cantante que me sonaba solo de oídas. Yo acababa de ganar un concurso literario del instituto y con el dinero que me sobraba le hice caso. Al principio solo me gustaron algunas canciones sueltas. El resto me sonaba demasiado extravagante y lento. Creo que fue la única vez que no tuve un flechazo inmediato.
Pero recuerdo estar en la terraza aquel verano con mi amiga y ella reírse a carcajadas durante los gritos distorsionados del final de la canción Ray of Light. Algo hizo click entonces. Recuerdo después a mi madre repitiendo los cánticos de Shanti/Ashtangi mientras cocinaba. Recuerdo prendarme de Candy Perfume Girl en el primer concierto de mi vida. Recuerdo el novio que siempre me tocaba The power of good-bye con su guitarra mientras el sol desde la ventana le hacía brillar los ojos.
No recuerdo si llovía el día que Swim cobró un nuevo significado, pero yo así lo sentí y me puse a nadar. Recuerdo enviarle Skin a un chico que me gustaba y no recibir respuesta; recuerdo consolarme después con To have and not to hold. Recuerdo sentirme imparable con Sky Fits Heaven cuando más solo me sentía. Recuerdo las noches que pasé escribiendo mi primera novela al ritmo de Drowned World / Substitute for Love y saber que jamás podré escribir algo tan perfecto pero no importarme.
Incluso recuerdo mejorar mi opinión sobre un chico al descubirle en el cuello un tatuaje con el logo del disco. Recuerdo ponerlo de fondo durante partidas enteras de Carcassonne y mi amigo susurrando el último «I’m still running today» de Mer Girl al hacer el recuento de puntos. Recuerdo ese viaje a la playa cantando a dúo Nothing Really Matters con el chico más guapo, yo convencido de que seríamos capaces de sentir eso de la canción como en las primeras veces.
Tantos recuerdos y anoche volvieron a fascinarme las cuerdas de Frozen creciendo y creciendo en mis auriculares como aquella tarde que inserté el CD al volver de la tienda de discos. Habían pasado veinte años, yo era distinto, pero la magia no había cambiado. Será que los amores lentos son los que te acompañan toda la vida.