De tus dos tatuajes, hubo uno que no llegué a descifrar. Me enredé con el brazo donde estaba, intenté cogerte de la mano para girar tu muñeca, dejar la cara interna al descubierto y así examinarlo sin trabas, pero no me dejaste. Siempre te movías en otra dirección. Te escapabas cuando estaba a punto de lograrlo. El tatuaje que sí me mostrabas era el otro, un diez romano, tan obvio que no tenías miedo de lucirlo ante el mundo. Pero yo seguía intrigado por aquellos otros trazos sinuosos. Quizás el kanji de belleza, quizás una libélula que salió mal. Me fui sin averiguarlo. Y aunque puede que algún día olvide tu cara afilada, sé que seguiré persiguiendo aquel símbolo que nunca logré desentrañar.
Fotografía: Tumblr.
Banda sonora: Lana del Rey & Stevie Nicks.