Quedaba con otros porque no podía hacerlo contigo. Algunos me hacían reír, otros eran bastante guapos y hasta bailaban bien a ratos, pero con ellos nunca era lo mismo. Si intentaba abstraerme, lo conseguía durante unos segundos, quizás minutos, hasta que el ronroneo de una moto lejana o el olor a tabaco me devolvían tu recuerdo. Siempre estabas allí sin estarlo y yo ya no era capaz de mirar al otro. Él no tenía tus ojos, nunca ponía esa cara tuya de mirarme entre la incredulidad, el cariño y el divertimento. Después, nada más quedarme a solas tras cerrar la puerta, miraba el móvil y otra vez volvía a no tener un mensaje tuyo.
Fotografía: Théo Gosselin.
Banda sonora: La iaia.