Llegar a un sitio nuevo para recorrerlo sin recuerdos. No tiene que ser lejos, basta con no haberlo pisado antes. Darte el capricho en un restaurante donde, casualidad, ponen canciones que te gustan. Aquí incluso los camareros son simpáticos, de esos que sin conocerte preguntan si te gusta lo que has pedido. Echarte al sol, relajarte. Feliz de estar aquí, nada más, sin nadie que te eche de menos. Acordarte solo a ratos de que has apagado el móvil. No necesitar más que este paisaje ahora. Volver a casa dando un paseo, alargando este momento tuyo. Este pequeño triunfo, que alejándote de lo seguro y conocido hayas disfrutado tanto.
Fotografía: Théo Gosselin.
Aplaudo con ganas todo el escrito.
🙂