De nuevo el mar me recordó todas las veces que creí que no estaría aquí para volver a verlo. Me senté frente a él como siempre, y con cada ola regresó una lección olvidada. Tantas decisiones difíciles que acabaron por confirmarse como la única posible. Esas piezas que encajaron en el último momento, en invierno, con la toalla ya seca. Recordé que solo cuando me calmo las cosas se ponen movimiento. Y me dio por pensar que dentro de un tiempo, semanas o meses, qué importa, nos sentaremos en esta misma arena, delante del mismo mar, pero todo habrá cambiado.
Fotografía: Théo Gosselin.