Solo se me dan bien los comienzos, cuando con las ganas basta para tomar impulso. Después, todo se ralentiza y ya no sé si es que soy yo, que me paso de impaciente, o es que el ritmo del mundo es distinto al mío. Finjo espontaneidad como quien baila sin ganas. Fuerzo para conseguir lo contrario. Y sobre todo espero. Espero en el camino a ese coche que no pasará ni rápido ni despacio, sino a la velocidad justa para verme y yo subir con él porque, cosas de la vida, nos dirigiremos al mismo destino.
Fotografía: Jean Baptiste Huong.