Sabías que no podría ser tan fácil. Tras la euforia inicial tenía que llegar el susto. Una calma inesperada, unas ganas de echarte atrás que tuviste que transformar en carrerilla definitiva. En salto. Y con él, otra vez la pregunta de todos los principios, ese «¿Y ahora qué?» al que pareces predestinado. Sí, y ahora qué. Ahora las ganas y el vértigo y algún espacio (pequeño) para la sorpresa. Ahora tú y nada más. Ahora cerrar los ojos con buen sabor de boca. Confiar que todo lo que guardaste en cajas encontrará su sitio. Tu sitio.
Fotografía: Théo Gosselin.
¿Y ahora qué? Eso precisamente, ahora simplemente vivir el presente. Y que en él nunca te falten las ganas, la harmonía, el amor… Y en las incertezas, sorpresas, nunca te falte la fuerza y el valor para aprender porque aquello que es fácil muchas veces no alimenta el alma. Y siempre, siempre esperanza.
Un abrazo confiando que cada uno encontrará su sitio.