Olvidé cómo ser alguien mejor. Lo dejé en tus manos. No quiero decir que tú tuvieras la culpa: si algo sé, es que la culpa fue mía. Porque yo lo permití. Y lo permití con gusto. Como quien paga la penitencia de no ser puro. Dejé de hacer lo que me gustaba para tener tiempo de pensar en ti. Tanto te pensé que acabaste por convertirte en nada, en una idea, algo que nunca podría ser mío. Pero fue esa idea la que me devolvió la luz. Gracias a ella recordé cómo ser alguien mejor. Y fui a por todas.
hay personas que pasan por nuestras vidas, aunque sea en malos momentos, que sirven para vernos en el espejo y descubrir porqué no pudo ser y qué hemos de hacer.
Muy buena entrada
Sí, después del desconcierto descubres que de todo y de todos puedes sacar una lección. Gracias, Fil0.