Nunca pensé que sería así. Tampoco es que lo pensara mucho, la verdad. Pero estaba convencido de que en algún momento todo cambiaría. Habría algo, un desvío, una señal, y yo lo reconocería, y entonces la vida dejaría de ser recta. Nada ocurrió, o mejor dicho: nada de lo que ocurrió fue determinante. Solo un paso más.
Ahora los años pasan cada vez más deprisa. Y se acumulan tantas, tantísimas anécdotas, que al echar la vista atrás apenas recuerdo ninguna. No lo sé, no esperaba coches voladores ni rayos láser rasgando las nubes, pero tampoco esperaba que el futuro sería este. Tan idéntico al presente, tan ligado al pasado.
Será que no nos pusimos a tiempo los zapatos rojos para saltar a otra parte, que no encontramos el pozo ni el espejo. Será que aún quedan muchas páginas por delante. O que el mejor futuro es el que nunca llega.
Fotografía: Théo Gosselin.