Siempre cuesta volver. Volver a un lugar con el que ya no sueñas, volver a escribir, volver a ser tú. Pensabas que un respiro te vendría bien, que así cogerías carrerilla. Ocurrió lo contrario. El tiempo pasó, cogiste distancia. Como al reencontrarte con un ex: ya no entiendes qué veías en él. Qué versión de ti pudo enamorarse de él. Así regresas hoy, torpe pero con unas ganas extrañas. Las ganas de quien tampoco puede ni sabe hacer otra cosa. Suspiras para imitar la nostalgia mientras tus ojos se pierden por un paisaje demasiado grande que antes, hace mucho tiempo, te pareció pequeño. Por eso huiste. Por eso vuelves. Y aunque ahora el camino cueste tanto, quieres creer en el tópico, sí, lo convertirás en tu talismán: si fuera fácil, no merecería la pena.

Fotografía: Théo Gosselin.