Cuesta acostumbrarse a las cosas soñadas cuando cobran forma. Siempre tienen un punto extraño, se mueven de otra manera. Intuyes que si las tocases, desaparecerían. Por eso, tu primer instinto es huir mientras aún hay tiempo. Pero ya estás cansado, así que por una vez esperas. Te sientas a beber tu batido y de paso observar, escuchar. Y así, poco a poco, te acostumbras. Vas dejándote seducir por esta voz que no habías escuchado antes. Relajado, devuelves la sonrisa y te da por pensar en ese instante futuro donde abrirás los ojos y dirás que sí, esperar mereció la pena.
Fotografía: Théo Gosselin.
Sombras de neón 
Curioso texto. Me has dejado intrigado cuando dices que las cosas soñadas, cuando toman forma, se mueven de otra manera. ¿De qué otra manera?
La vida es siempre movimiento constante… ¿Quizás cuando esas cosas aparecen el movimiento parece que se relantiza?
¡Brindo por todos aquellos que no huyen y afrontan las cosas ya sea esperando o respondiendo a ellas!
Por ejemplo, querer conocer a alguien en persona… y cuando por fin llega el momento, pues esa persona se mueve, habla, expresa de otra manera a como imaginabas. Ejemplo al azar, ya sabes 😉
A vale, lo había entendido o enfocado de otra manera distinta Je, je…
Si no me equivoco te refieres a las… ¿espectativas o suposiciones? Pienso que ambas no son recomendables en la mayoría de ocasiones, sobretodo cuando se trata de personas, para así evitar esa sensación extraña.
No son recomendables, ¿pero son evitables?
Pienso que sí aunque naturalmente uno no nace sabiéndolo todo y hay que aprender o, casi mejor dicho, hay que quitarse de encima malos hábitos. Volver a cuando uno era pequeño y dejaba que todo pasara sin más…