Quizás lo tenías y no supiste verlo. Y al buscar eso que ya tenías, lo perdiste. Te lanzaste como los perros, corriendo tras un coche que nunca alcanzarías. No te conformabas con menos. Porque no sabes conformarte, no se te da bien. O quizás te aburres demasiado pronto. La ironía es que los demás, aquellos a quienes dejaste atrás, sí encontraron algo que atesorar. Les bastó con dos o tres intentos. Tú, en cambio, continúas corriendo, ahora que ni siquiera hay un coche que puedas perseguir. Quizás tener no sea lo tuyo. Ni mantener. Tendrás que inventar un nuevo verbo. Fotografía: Théo Gosselin.