Una amiga te dice que le gusta tu voz porque escuchándola se relaja. A él le gusta que esta camiseta te quede ajustada. O tu risa boba. La torpeza de irte tropezando con el aire. La cicatriz suave de tu oreja. Sí, esa parte de ti que tanto odias puede ser la favorita de otra persona. Será que todos buscamos algo distinto y por tanto no nos fijamos en las mismas cosas. Y tú que intentabas cambiar… pero solo seguías adentrándote en lo más profundo del bosque. ¿Te dejarás encontrar ahora?
Tenemos la inmensa fortuna de que exista la diversidad y la atracción por diferentes cosas es algo que no tiene explicación, por lo que una misma cosa puede atraer, o no, de diversas maneras.
No es necesario buscar ser difrentes, es un sentido sin sentido. Lo que si es necesario, en mi humilde opinión, es encontrarse uno con uno mismo, encontrar la esencia, el núcleo, cambiando la parte de la propia litosfera e hidrosfera que a uno no le gusta sin dejar de observar la increíble atmósfera que le rodea.
Tenemos la inmensa fortuna de que exista la diversidad y la atracción por diferentes cosas es algo que no tiene explicación, por lo que una misma cosa puede atraer, o no, de diversas maneras.
No es necesario buscar ser difrentes, es un sentido sin sentido. Lo que si es necesario, en mi humilde opinión, es encontrarse uno con uno mismo, encontrar la esencia, el núcleo, cambiando la parte de la propia litosfera e hidrosfera que a uno no le gusta sin dejar de observar la increíble atmósfera que le rodea.
Sí, hasta que no te encuentras (y gustas) a ti mismo, se hace complicado gustarle a los demás.