Te lo has ganado. Un día para ti, o al menos una mañana entera. Así que eliges una meta y empiezas a escalar hacia ella. Pedirás consejo si lo necesitas, no lo dudas. Escuchar siempre será mejor que consultar un mapa. Por el sendero te adelantan algunos más hábiles y preparados, otros abandonan a la mitad. No importa, tú tienes tu ritmo. Lo disfrutas. Cada paso que te acerca es solo tuyo. Giras, te pierdes, te vuelves a encontrar. Ya no tienes que rendirle cuentas a nadie.
Continúas incluso cuando te duelen las piernas. Tu castillo espera en lo alto, como una estrella esperando a ser encontrada. Aún os separan muchos escalones, vallas y desniveles. Pero no hay prisa. Lo has decidido: solo bajarás tras respirar tu recompensa. Entonces serás un hombre nuevo que habrá reconectado con lo de siempre.