¿Has probado a sonreír alguna vez? Quizás olvidaste cómo hacerlo. Siempre enfurruñado, buscando la próxima crítica graciosa, el siguiente hashtag con gancho. Y es que quejarse está de moda. Tu lema: muerte al buenrollismo. Hay flores en las fotos, pero tú sales con el ceño fruncido. Dicen que así estás más guapo. A mí, por variar, me gustaría ver tu sonrisa.
Me gustaría encontrar un espacio entre los arcoiris sin sentido y las quejas continuas. En ese lugar no habría que reducirlo todo a una queja. Las cosas saldrían bien sin tener que esperarlas; bastaría con disfrutarlas. Pero tú sigues enfadado con el mundo y yo a veces me siento la parodia de un payaso. En cuanto nos ponemos la máscara, cuesta quitársela. En eso sí estábamos de acuerdo.
¡Menudos escupitajos lanzas! Je, je…
Fuera máscaras o, aún mejor, hagamos hoguera de máscaras para que su luz ilumine la verdad, la verdad de uno mismo. ¿Vale la pena, en esta vida que se nos ha dado para disfrutar, vivirla escondido? Personalmente pienso que no.
Como decía un escritor sobre imaginar lo peor: no hay nada peor que el terror cósmico que infunde el tiempo sin término, tener la imaginación fija en la misma palabra que se repite siempre, siempre, siempre….
Pienso que al final todos interpretamos un papel, seamos más o menos conscientes de ello. A veces cambia la etapa vital y con ella cambia la máscara… pero sigue habiendo una.
Salvo que con lo de las mascaras te refieras a distintas facetas o papeles que uno tiene en su vida creo que nuestro pensamiento es bastante dispar, je, je… Si me permites una pregunta: ¿por qué utilizar máscaras?
Saludos.