Lo conocemos todo del otro menos quiénes somos de verdad. Puedo decir la marca de té que desayunas cada mañana o adivinar el color de los boxers que llevas puestos. Puedo comentar contigo la película que acabas de ver. Pero no sé tu nombre. Cuándo fue tu último beso. Si ayer lloraste o fuiste feliz por cualquier tontería. No conozco tus manías ni aquellos sueños que tenías antes de caer. Es extraño esto de conocerte aunque sigas siendo un extraño. ¿Cómo voy a pedirte que confíes en mí?
Fotografía: The Wild Ones de ChuanDo & Frey.
La confianza no se pide, se da, aquí poco puedes hacer, lo importante es escupir las palabras fuera para que no se queden dentro y eso, ya lo haces.
Un saludo 🙂
Sí, escupir palabras se me da mejor que decirlas de frente jejeje. Saludos, señor Dorian 😉
Pues es cuestión de práctica total, la verdad es como el corcho, siempre termina saliendo… aunque puede que en otra vida…