Y soñó con alguien nuevo. No virgen pero sí nuevo. Difícil en este mundo donde todos nos conocemos. Claro que los sueños son así de ambiciosos. Soñó con alguien que llevaba un libro asomando por el bolsillo de la chaqueta, una invitación brotando de los labios, iniciativa y delicadeza, las intenciones claras bajo todas las capas de misterio, sus cadenas serían invisibles y le haría entrega de las llaves, cantaría con él, diría las cosas sin excederse ni quedarse corto, los domingos bajaría a por croissants de mantequilla recién hechos que luego comerían en la galería, levantando la vista de los móviles para darse los dos las gracias por seguir ahí, en la silla de mimbre, otro desayuno más, se dejaría hacer fotos con la coquetería de quien se sabe guapo pero necesita que se lo recuerden, hablaría de cine sin ser pedante, se peinaría con las manos el flequillo nada más salir de la peluquería, le pasaría el brazo por los hombros cuando se cansaran de ir de la mano, sonreiría con humanos y flores por igual, hablaría de París, de Roma, de ciudades nuevas, nunca esperaría a que fuera demasiado tarde. Soñó con él y lo vio tan claro, tan definido como si ya se conocieran de siempre. Pero no había llegado el momento. Todavía.
¿Cuantas veces habremos soñado con alguien así? Pero lo bueno se hace esperar, la paciencia es una virtud dicen. De mientras hay otros sueños que esperan ser cumplidos con mayor urgencia y necesidad.
Eso por supuesto, Sergio. Buscar o esperar no significa estar parado. Hay que seguir a lo tuyo, el tiempo ya hará el resto. Un abrazo.
«No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.
La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.
Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Auque sólo sea una esperanza
porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.»
Leer tu texto me ha recordado mucho este poema de un poeta muy apreciado por mí: Luís Cernuda.
Y estoy a la espera de poder apreciar «El mar llegaba hasta aquí» cuando lo tenga en mis manos, je, je… Ya te contaré… Un saludo Álex y mímate mucho.
Muchísimas gracias por el poema de Cernuda, Tipo. Es precioso. Alegra la tarde. 🙂
Yo feliz de lo que tengo, precioso, he de decirlo.