Te crees que lo sabes todo. Viste el tráiler, conocías cuatro datos de la historia real. Y además, estas películas tan de Hollywood, tan para los Oscar, siempre siguen la misma fórmula. Aun así, fuiste al cine porque te apetecía llorar. ¡Y vaya si lloraste!

La teoría del todo es triste, es bonita, es dura. De formas que no esperabas. Retrata la magia del amor desde el momento preciso de su nacimiento, con todos sus fuegos artificiales desplegándose alrededor de un primer beso, y su evolución a lo largo de los años y las dificultades. Que son muchas, en este caso.

Me gusta el personaje de Felicity Jones: cómo se empeña en luchar. Porque así de tozudos somos al enamorarnos. Si sentimos algo tan grande, lo más lógico es que el Universo se amolde a nuestras necesidades, ¿no? Somos Jane y Stephen, saldrá bien. Tiene que salir bien.

Y no. Tantas leyes y tantos preparativos, pero a nadie se le ocurrió avisarte de algo importante. Todo tiene que terminar, incluso el amor. Por suerte, si lo has hecho bien, quedarán sus frutos. Así todo en la vida: esfuerzos, finales, recompensas.

«I have loved you. I did my best.»