Esta vez lo vi tan claro. Tan evidente. No escrito en las estrellas, pero sí en el momento exacto. Así que me dejé llevar. Me entusiasmé hasta el punto de hablar por los codos, de enseñar tus fotos, de compartir mis planes. No podía ser de otra manera porque yo no lo concebía. Y resulta que me equivoqué. Una vez más, como siempre, pero esta vez más dolorosa. Porque si viéndolo tan claro tampoco resultó, ¿qué puedo esperar? ¿Estoy ciego o loco? ¿En qué punto me desvié de la trayectoria sin darme cuenta? Como quien sigue el mapa calle por calle y solo cuando está perdido se da cuenta de que lo consultaba al revés. ¿Podría haber llegado alguna vez a mi destino? ¿Hay marcha atrás, algún desvío que pasamos por alto? ¿Alguna cura para el descreído? Lo daría todo por volver a la casilla 1. Compraría unos dados nuevos, relucientes, y los lanzaría con aquellas ganas del principio por empezar nuestra partida. ¿Recuerdas dónde dejamos el tablero?
¿Volver a la casilla 1? No, creo que no… Mejor empieza una nueva partida, espera la llegada de un nuevo jugador, disfruta de esa espera. Una nueva partida está por llegar. Hay jugadores que no merecen la pena y que van a acabar por jugar solos, y sin espectadores.
Coge la ficha de ese jugador pasado y empújala lentamente fuera del tablero, sin que se de cuenta, hasta que esté fuera… Recuerda tus propios consejos: ‘Una altra galàxia’ de Pastora 😉
¡Un abrazo enorme!