Whiplash

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No es suficiente. Dejarte la piel, llegar a sangrar después de tantos golpes. Todo eso nunca es suficiente. Tienes que seguir. Llorar. Rendirte. Volver. Volver a fallar. Sentirte insignificante, una mierda. Menos que eso. La delgada línea entre el adiestramiento y la tortura. Sigue leyendo

Freedom and its owner

No falla: cuanto más ocupado estás, más tareas llegan. Y como conoces el truco, te mueves. O te mantienes en movimiento. Te fuerzas. Porque solo así ocurren las cosas. Una detrás de otra. Lo que tendrías que hacer y lo que quieres. Todo a su ritmo. Y tú amoldandote a ese ritmo. Es lo mejor, te repites con los párpados a medio cerrar y la lengua fuera. Habrá recompensa.

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Pero hay que saber plantarse a tiempo. Si algo ya no lo disfrutas, ¿qué sentido tiene seguir haciéndolo? Sigue leyendo

I’m so excited

Callé a tiempo. Qué horror de tráiler, qué horror de looks, qué horror de póster… Todo eso pensaba de cierta película pero me contenía de soltar en Twitter todas las frases más o menos ingeniosas que se me iban ocurriendo. Lo curioso es que, al final, de alguna manera, he conectado con la película y su propuesta.

Ahora tengo tantas ganas de verla que no paro de tararear la canción que suena en el tráiler. Todo un viaje: de la aversión al entusiasmo. Y quizá sea eso lo que ocurre cuando dejas que el tiempo actúe y la lluvia te vaya calando. Que gota a gota, te conquista. Amor a segunda vista. La recompensa de alimentar la paciencia.

«No tomes decisiones precipitadas», decía mi horóscopo el otro día. Y yo, que ni creo ni dejo de creer, me reí porque acababa de tomar una decisión radical: en vistas que no llegaba un libro imprescindible para cierto proyecto que me hace mucha ilusión, había decidido cortar de raíz. Abandonaba. Y justo entonces, llegó el libro. Pude salvar los trastos y continuar a bordo del proyecto.

Cuántas veces tiré la toalla demasiado pronto, cuántas cosas a medias por ser tan drástico. Y todo lo que no estaría disfrutando ahora si, poco a poco, no virase hacia un modo más relajado. Dejar espacio a la sorpresa, callarte los despotricamientos para acabar disfrutándolos, y sino, no pasa nada: ya llegarán cosas que te exciten.

Virtue’s Last Reward

El poder de tus decisiones. Virtue’s Last Reward te lo recuerda. Juega contigo, es hasta cruel. Intentas que todos ganen pero a veces te ves obligado a ser egoista para sobrevivir. Es inevitable. Afortunadamente, la estructura del juego anima a seguir intentándolo. ¿Podrás hacer lo correcto? ¿Y hasta dónde llegarás para lograrlo?

La historia empieza como una prueba de Saw: nueve personas se despiertan juntas, están atrapadas en un almacén. Tendrán que colaborar para escapar pero si consiguen traicionar al resto de su equipo, escaparán antes. Por el camino, muchas decisiones que tomar y decenas de puzzles por resolver.

Puzzles retorcidos pero (casi siempre) lógicos. Los hay de matemáticas, de deducción, de habilidad, de asociación de ideas, de agudeza visual. Qué subidón de autoestima al ver cómo vas mejorando en cada nueva estancia que investigas. Esto sí que es un brain training y no aquellos minijuegos de sumar 2+2 tan de moda hace unos años.

Admiro las intrigas que al final encajan todas sus piezas con la precisión de un reloj. Y Virtue’s Last Reward ofrece justamente eso. En su tramo final, los guionistas se lucen. Una lección de cómo construir una historia con elementos tan dispares como asesinatos en serie, un amor perdido o bioterrorismo (por mencionar datos que no sean demasiado spoiler… hay auténticas bizarradas que ellos consiguen enlazar).

Sería una de esas series de TV de las que todo el mundo habla. No ha salido en España y solo está disponible en inglés, pero hay que jugarlo. En 3DS o Vita, la elección es tuya. Será la primera de muchas. En palabras de Albert Espinosa: «No tengas miedo de ser la persona en quien te has convertido con tus decisiones.»