Con los cambios de vida llegan las despedidas. Otra ciudad, otro trabajo, una nueva pareja… y atrás va quedando esa gente a la que aprecias pero a la que, por una cosa o por otra, empiezas a ver menos. Los ritmos de vida ya no coinciden como antes. Y es triste. No debería ocurrir. Pero ocurre. Enuentros semanales que pasan a ser mensuales y, poco a poco, sin motivo aparente, se espacian… desaparecen.
El estilo nostálgico de Banana Yoshimoto se adapta bien a una historia donde la protagonista se despide del pueblo costero de su infancia al empezar una nueva etapa en Tokio. Sigue leyendo