Íbamos quedando en ciudades siempre distintas para hablar de ciudades en las que ya no estábamos. Elegíamos cafeterías bonitas, pero no demasiado, para que no pareciera una cita ni darle importancia al reencuentro. Tampoco nos llevábamos tan bien, al fin y al cabo. Hablábamos durante una o dos horas, sin contarlas pero notándolas, notando el peso también de todos esos caminos que no habíamos tomado. Que nunca tomaríamos. Nos entendíamos entre sorbos de té durante esas tardes lluviosas que nos hacían recordar aquellos otros lugares donde algún día, sí, quizás algún día regresaríamos. El cielo de la plaza siempre seguía siendo gris y allí de pie prometíamos volver a vernos pronto, como hacen las personas a punto de coger el metro en direcciones opuestas.
Fotografía: Pinterest.
Banda sonora: David Bowie.