Un día cualquiera lo de siempre sabe mejor que nunca. Alguien ha mezclado los ingredientes del bocadillo de otra manera, quizás no con prisas sino con cariño, y hoy los sabores estallan en tu boca como si no los hubieras probado antes. De repente la mañana parece otra. Sigues sentado en una cafetería pero te crees en Italia, embarcado en un nuevo viaje. Algo tan sencillo te levanta una sonrisa que guardas para ti. Eso sí, cuando das las gracias te corresponden. Un gesto lleva a otro gesto aunque a veces lo olvides y solo a ratos lo retomes. Ya en la calle, todavía paladeas este sabor.