Después de aquello, empecé a aprovechar cada mañana. Aprendí a gustarme sin temer antes disgustar a otros. Y no lo eché en falta como pensé que ocurriría porque por fin tuve horas para no hacer nada. Para cocinar, para leer, para ver las películas pendientes prestándoles atención. Algo nuevo recuperado. Me dije que no volvería a caer y dejé de entender que los demás estuvieran tan pendientes. Pero no importaba. Cada cual, me dije, acabará encontrando su ritmo. Después de aquello, desapareció la sed. Ya no inventaba historias, ahora las creo. Tiempo para mí, tiempo ganado.
Fotografía: Théo Gosselin.
Banda sonora: Florence + The Machine.