Cuando aterricé, quise creer que nada había cambiado. Están las mismas luces de siempre, me dije, y el aeropuerto adormilado a lo lejos, pero a medida que me acercaba a la ciudad, una sensación de vértigo crecía. A punto estuve de tropezar en la plaza. Nada sería igual en adelante, nada podría serlo. En el último semáforo antes de llegar a casa, supe que incluso nosotros habíamos cambiado. Ahora buscaríamos culpables por las calles pero nunca nos miraríamos al espejo. No reconoceríamos un error porque somos mejor que eso. Nos convenceríamos de que después de cualquier viaje ya puedes idear el próximo, sin asimilar la experiencia vivida, sin saber que has crecido un poco. Me arrebujé entre las sábanas, frías y húmedas tras cuatro días fuera. Por suerte, en esa penumbra no tuve que confesarte mi miedo a que algún día no nos queden aviones.
Fotografía: Tumblr, autor desconocido.
Banda sonora: Angus & Julia Stone.