Aceptar es saber lo que ya sabías. No por ello duele menos: estos meses sirvieron de entrenamiento, pero ¿quién vería venir algo invisible? Solo tras el golpe lo sabes; ahora sí, aceptas que será mejor. Que tendrá sentido, se lo encontrarás. Harás lo posible. Ya no ignorarás la sensación de equivocarte, ya no te amansarás para fingir que no luchabas por lo que estabas luchando. Aceptar es volver a soltar por fin lo que nunca tuviste. Encontrar el paso entre las piedras, sacudirte el barro, llegar a esta casa vacía pero sentirla cálida por primera vez en toda una vida.