No llegamos a vernos pero creo que tú también estabas allí. Lo sé, demasiada gente como para encontrar a alguien. Demasiadas luces y muy poca luz; gritos, no palabras. Hubiera estado bien, sin embargo. Descifrar la marabunta, encontrar entre tantas canciones algún camino hasta el colchón. Escribir ahí un polvo memorable o susurrar una conversación de esas que ya pocas veces compartimos. En vez de eso, seguimos bailando con nuestros amigos sin disfrutarlo tanto como deberíamos, mirando el móvil de camino a otra copa para matar el tiempo, viendo cómo los demás miraban y eran más rápidos que nosotros.