Sobre el papel lo ves tan claro. Lo que nunca harías y sin embargo hiciste. Y te sientes retratado más que reflejado. No siempre ocurre, pero cuando ocurre, te asustas un poco. Como si te hubieran estado espiando puntualmente y ahora todos tus actos, incluso aquellos pensamientos que jamás te atreviste a compartir, están en un libro, escritos a modo de recordatorio y advertencia. Algo así ocurre con Dextrocardiaco, la primera novela de Juan Arcones.
La historia de Marc y Lucas podría ser fácil pero enseguida se tuerce. Uno de esos amores de ahora sí y ahora no, personas complicadas que piensan demasiado. Si sobreanalizar los sentimientos nunca es bueno, ¿por qué lo hacemos? Es inevitable. Igual que te dejaste arrastrar por él, por las ganas de él, por ese miedo a que después no hubiera nada mejor. Entonces todo tenía sentido, claro. Lo llamaste amor.
Con las idas y venidas de estos dos amantes por las calles de Madrid, se intercalan frases certeras. Preguntas en voz alta que te dejan pensando. Después he descubierto que tienen su origen en el blog del autor; mientras las leía eran un bálsamo, un respiro en esa erupción de emociones contradictorias. Ahí el protagonista se detiene para diseccionar su corazón, en exclusiva para el lector.
Entre canciones, películas románticas y numerosas fiestas, la historia termina antes de que te des cuenta. ¿Se puede leer tan deprisa? Sí, cuando el libro te atrapa, y este lo hace. Las manos vacías pero muchos recuerdos. Y la certeza de que, en adelante, recomendarás este libro siempre que un amigo se enganche a alguien como Lucas. Una bonita novela para abrir los ojos.