La respuesta no es la huida

El útlimo día lo entendiste. Viendo a tu sobrino levantarse otra vez aún con el juguete en la mano. Viendo a tu gato saltar sin red. Qué habrá al otro lado del muro. Ésa era la pregunta que querías responder. Das media vuelta y sigues adelante por ese camino del que huías. Sobran precipicios en el mundo genial de las cosas que dices.

Eres la suma de todos los caminos del laberinto. Solo al recorrerlos por completo aumenta tu inventario: en uno encuentras la espada y en otro el escudo. El único error sería quedarse quieto. Las baldosas amarillas te muestran el camino más escondido y llegas por fin al centro. Viéndote tan bien armado, el Minotauro confiesa: al otro lado del muro solo hay un mar infinito.

Eso te asusta, pero ¿cómo vas a huir de algo que forma parte de tu ADN? Tú también puedes ser agua: encontrarla, tocarla fresquita, refrescarte al beberla, escucharla cuando fluye, olerla cuando le echas té. Está decidido. Te tirarás al mar y nadando volverás a ser tú. Al final, dar con la brújula fue mucho más fácil de lo que parecía.

La respuesta no es la huida.

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