Lights will guide you home and ignite your bones

Una llamada de número desconocido: antes no la cogías. Pensabas: será publicidad o algo peor, alguien que busca algo, que te exige. No te gustaban las llamadas de desconocidos como tampoco te gustaba quedar con un amigo y que éste se presentase con alguien que no estaba previsto, alguien a quien no conoces. Sonrisa a sonrisa, fuiste entendiendo que la gente nueva es también la que trae cosas nuevas. Mariposas. ¿Te imaginas pasarte toda la vida, desde el momento que naces, siempre con la misma gente? Ahora te llama un desconocido y descuelgas con los brazos abiertos. Hola.

Hoy me han llevado a comer a casa de los Hare Krishna. Lidia, mi amiga amarilla, quien sino; y con nosotros, Montse, mi amiga violeta. Los tres nos hemos adentrado por los callejones de Ciutat Vella bajo un cielo que no se animaba a descargar la lluvia. Lidia sabía llegar: iba mirando los portales uno por uno, como si cualquiera pudiera ser el edificio al que nos dirigíamos. Y sí: uno cualquiera era. Ni más vistoso ni más humilde. Siete escaleras, una puerta, un pasillo, la bienvenida, y un comedor encantador lleno de esa gente que explora rincones. La comida (vegetariana) era deliciosa. Me he comido hasta el pimiento, que no me gusta, y el rollito de seitan, que jamás lo había probado, pero allí todo sabía distinto, todo gustaba.

Era la bondad de los desconocidos. Su sonrisa al vernos entrar, ninguna pregunta, toda la libertad para sentarnos, comer. Te acogían en su casa y solo podías actuar en consecuencia: sentirte libre y dar las gracias. Hay gente así. No diré desinteresada: sencillamente están tan serenos que, solo con su presencia, ayudan a los demás a encontrar su sitio. Me he acordado durante la comida de las dos chicas de Granada que, mientras estaba bailando yo en el Rincón de San Pedro, se acercaron, se presentaron, me dieron conversación y me animaron a soltarme bailando igual que lo haría en Barcelona. Y lo hice y ahí el viaje despegó. Bailar house bajo la Alhambra. Hay gente así, sí.

Acepta caramelos de los desconocidos. Sonríeles, cógeles de la mano, cocínales, invítales al cine, muéstrales el camino. Como Céline en Antes del amanecer, bájate del tren con ellos: parecerá que los conozcas de toda la vida. Desea que tus amigos te presenten gente nueva; de repente, alguien que estaba tan cerca, a un amigo de distancia, puede marcarte, enseñarte, inspirarte. Alguien con quien compartir lo que pensabas que querías guardarte para ti solo. Por eso, conviértete en su faro y descubrirás que él es el tuyo.

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