Cada mañana pienso que entrarás por la puerta con media sonrisa, un café y un croissant para mí. Será que me he acostumbrado a tus apariciones sorpresa cuando estás de visita por Barcelona. Entonces tienes el don de dedicarme y no dedicarme tiempo: siempre vienes a verme al trabajo pero rara vez estás libre para cenar conmigo. Lo sé, debería estar satisfecho con el simple gesto de que te acuerdes de cómo me gusta el café (con leche, sin azúcar) y también que prefiero los croissants de chocolate blanco. Es algo bonito y durante esos diez minutos lo agradezco. Pero así me siento, siempre esperando un momento que cuando termina nunca es suficiente.
Fotografía: Luz natural.
Banda sonora: ELYELLA + Viva Suecia
una pena que nunca hay el tiempo suficiente…
Será cuestión de disfrutar esos minutos, por pocos que sean…