Hoy es 11/11/11 y el mundo se ha llenado de predicciones catastróficas y de deseos pedidos exactamente a las 11:11. Me incluyo: ahí estaba yo a las 11:11 de hoy, cerrando los ojos. No quieres creer, pero crees: por si acaso. No vaya a ser. Y como mínimo, es curioso haber vivido un momento en cuya fecha y hora todos los números son el 1. El primero, el comienzo.
Es cómodo dejar los momentos decisivos en manos del destino. Confiamos en las señales porque las señales nunca se equivocan. Y reconozcámoslo: a veces asusta avanzar sin guía, coger el toro por los cuernos, tomar decisiones, dar pasos. Nunca está de más tener un camino de baldosas amarillas y un mapa a mano, pero corremos el peligro de acostumbrarnos tanto a que sean los elementos externos los que nos guíen, que al final nos veamos incapaces de caminar por nosotros mismos. Simplemente nos dejaremos llevar, sin prestar atención a los márgenes del camino, llenos de detalles y bifurcaciones gloriosas
Te pasas toda la vida esperando a que ocurra algo, una señal, que llegue esa fecha concreta. El 11 del 11 del 11, por ejemplo. Ése día será único, por fuerza tiene que ocurrir algo. Tu vida cambiará. Seguro. Pero luego llega ese día, y no pasa nada, todo sigue igual que siempre. Así que continúas adelante, como siempre, y te inventas una nueva fecha mágica en la que depositar todas tus esperanzas.
(«Gang Bang. Obert fins l’hora de l’Àngelus» de Josep Maria Miró)
Uno deja escapar el momento crucial porque cree que el ahora mismo y ese momento crucial son momentos diferentes. Ahora es el momento crucial y ese momento crucial es ahora mismo.
(«Hagakure» de Yamamoto Tsunetomo)
This is tomorrow
(If you miss this chance you will regret it
Not today, maybe not tomorrow)
This is tomorrow
(But soon and for the rest of your life)
(«This Is Tomorrow» de Saint Etienne)
Be Happy my friend!
Happier than happy!!! 😀
Avui era el dia perfecte per a llegir aquesta entrada ^^
Gràcies!
Ooooh… no t'has oblidat del meu blog! Gràcies a tu, remaco.